Portada > Editorial

  Editorial
 
  Publicidad
 
  Visor de Artículos

25 febrero 2006

[Sobrevivir al XXI] Caricaturas de la fe

La violenta respuesta por la publicaci�n de unas vi�etas sobre Mahoma no es la r�plica del mundo musulm�n, sino la acci�n de unos pocos organizados con el benepl�cito de determinados Gobiernos, seg�n el autor, que reflexiona sobre los l�mites de la libertad de expresi�n.

Lo que est� pasando en el mundo musulm�n a ra�z de la publicaci�n de las caricaturas de Mahoma no guarda medida ni proporci�n con el supuesto da�o causado. No es la respuesta del mundo musulm�n, sino la infame campa�a organizada por unos locos que cuentan con el benepl�cito de algunos Gobiernos.

Son muchos los que piensan que los estallidos de violencia no son espont�neos, sino que, al menos en su origen, estuvieron orquestados por determinadas organizaciones o pa�ses, muy interesados en ocultar problemas internos o en agrupar a las opiniones p�blicas en momentos de especial debilidad.

El que el asunto haya estallado ahora, varios meses despu�s de la publicaci�n de las caricaturas, y coincidiendo, por ejemplo, con la crisis generada por el programa nuclear iran�, refuerza esas tesis, que comparto en gran medida. Una vez encendido el fuego, se propaga entre masas sensibilizadas por los errores de unos y otros.

El derecho a la libertad de expresi�n es consustancial al sistema democr�tico. Si la gente no puede expresar lo que siente, si no escribe o dibuja lo que desea por miedo a represalias, nunca podr� existir verdadera libertad. Un dibujante realiz� unas caricaturas. Nos podr� parecer bien o mal, podemos considerarlas oportunas o desafortunadas, pero en todo caso debemos defender el derecho a dibujarlas.

Bajo ning�n concepto podemos establecer ninguna censura previa distinta a las propias normas deontol�gicas de los creadores. Es cierto que las caricaturas son de mal gusto y que ofenden innecesaria e injustamente al mundo musulm�n en su conjunto, al que identifica como terrorista. Podemos criticar al dibujante por haberlas perge�ado. Pero no por ello podemos cuestionar el derecho a la libre expresi�n bajo la presi�n de unos b�rbaros que queman embajadas y negocios.

Hizo bien el presidente de Dinamarca al no pedir perd�n como pa�s por lo que era exclusivamente responsabilidad de un creador, o de un peri�dico a lo sumo. Si se han arrepentido, que lo pidan ellos individualmente, que es el �mbito real de adeudo por la materia.

La Uni�n Europea debe mostrarse firme en apoyo a Dinamarca y en defensa a la libertad de expresi�n. Hemos o�do muchas voces, la del secretario de la ONU entre otras, afirmando que la libertad de expresi�n debe tener unos l�mites. Muy bien, �pero cu�les? �Los que nos dictaminen cl�rigos y alfaqu�es?

No podemos aceptar esos l�mites, ser�a volver a tiempos de la Inquisici�n, donde un tribunal religioso pod�a condenar a la hoguera a los desgraciados que hubiesen ofendido lo que ellos consideraban que era la fe verdadera. Unos locos fan�ticos no pueden ser el heredero de esa infamante Inquisici�n. La Uni�n Europea debe exigir firmeza a los pa�ses musulmanes para que protejan a sus bienes y a sus ciudadanos.

Tengo bastante respeto por el islam y sus principios. Desgraciadamente, en Europa tenemos un escaso conocimiento de su hermosa cultura, desfigurada por nuestra tradicional islamofobia.

Mil veces he escrito en su defensa. Tengo por tanto cr�dito suficiente para condenar con toda la rotundidad que estas l�neas me permiten la barbarie de la que estamos siendo testigos. No podemos arrugarnos ahora. La libertad de expresi�n debe seguir siendo un principio fundamental en nuestro sistema. Si esa minor�a fan�tica comprueba que con manifestaciones y sabotajes abjuramos de nuestros principios b�sicos su barbarie ir� en crecimiento.

Incluso en estos momentos dif�ciles debemos recordar que la inmensa mayor�a del pueblo musulm�n es pac�fico y que s�lo aspira a vivir en paz. No debemos ahondar en nuestro habitual error de descalificarlo en su conjunto, porque con nuestro desprecio abonamos el campo a los fan�ticos antioccidentales.

Viceversa, los que queman nuestras embajadas conseguir�n azuzar el sentimiento antimusulm�n de los occidentales. �Es realmente eso lo que quieren? No podemos entrar en ese juego, en el que algunos est�n interesados.

Si las desgraciadas caricaturas han sido un bal�n de ox�geno para Bin Laden y sus secuaces, los criminales saqueos de nuestras embajadas traer�n una subida del racismo y la islamofobia en nuestro continente. Los fan�ticos estar�n felices, recordando a sus respectivas poblaciones que ellos ya lo ven�an anunciando, que la convivencia entre culturas resulta imposible.

S� a la libertad de expresi�n en Dinamarca. La �nica caricatura de una hermosa religi�n es la que dibujan los locos fan�ticos que incendian y saquean.


Manuel Pimentel