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04 julio 2006

Realidades, hablemos claro



Haga un ejercicio mental. Sitúese en el 12 de marzo de 2004, un día después del asesinato de 192 inocentes e imagine que hubiera dispuesto en aquel momento de una bola de cristal que le hubiera permitido ver los titulares periodísticos de este viernes pasado, al día siguiente del anuncio de ¿apertura? de negociaciones entre Zapatero y ETA. Es decir, imagine que el 12 de marzo de 2004 hubiéramos podido saber que dos años después Zapatero estaría en el poder y concediéndolo todo a la banda terrorista. Sabiendo eso, ¿hubiera alguien creido, ni por asomo, que el atentado del 11-M era obra de Al Qaeda?

Fuera quien fuera quien cometió el atentado (Al Qaeda, ETA, cloacas del estado, servicios secretos, organizaciones políticas o cualquier otro sospechoso que usted prefiera), lo que el 11 de marzo se produjo en España es un golpe de estado: el recurso a la fuerza para influir en la marcha política de un pais. A estas alturas, no sabemos quién planificó ni ejecutó aquel golpe de estado, pero lo que sí hemos podido constatar es:

  1. que se ha pretendido tapar con mentira tras mentira la autoría de la masacre
  2. que se ha tratado por todos los medios de echar tierra sobre el 11-M, en la absurda esperanza de que la sociedad olvidara y de que las víctimas se resignaran a ignorar para siempre quién les hirió o quién mató a sus familiares
  3. que en paralelo se ha iniciado un proceso de resurrección de la banda terrorista ETA, que no oculta su regocijo por el reciente anuncio de Zapatero


Nuestra clase política (salvo honrosas y puntuales excepciones individuales) no ha estado a la altura de los acontecimientos. No ha sabido, querido o podido esclarecer aquel golpe de estado. A pesar de lo cual, la investigación ha ido avanzando a impulsos de los medios y del clamor social. Sin ese clamor social que se traduce en una avidez entusiasta de nuevas noticias, los medios habrían tirado la toalla hace tiempo. Sin ese clamor social, fenómenos de investigación colectiva como el de este blog serían imposibles. Sin ese clamor social, las víctimas habrían acabado por ser ninguneadas, tal como se pretendía.

Ayer, la AVT emitió una nota de prensa recordando un triste aniversario, el del cierre en falso de la supuesta Comisión de Investigación del 11-M, y reclamando su reapertura. El comunicado finaliza con una frase que resume perfectamente la pulsión que late en el fondo de ese clamor social: "esto no es una lucha sólo de las víctimas, sino de todos los ciudadanos españoles, porque nuestra democracia puede resistir los ataques terroristas, pero lo que no podrá resistir nunca es que se deje sin aclarar la mayor masacre de nuestra historia".

Resulta enormemente simbólico que el comunicado de Zapatero donde se anuncia la rendición ante los asesinos puenteando al Parlamento se produzca en el aniversario del cierre en falso de la Comisión de Investigación. Ese cierre en falso supuso la renuncia del Parlamento a ejercer su función, y el Gobierno salido del 11-M ha terminado por ocupar, exactamente un año después, el hueco que el Parlamento dejaba en la estructura de división de poderes.

Recurramos de nuevo a la bola de cristal: lo que ella nos dice es que el Gobierno continuará adelante con su ataque suicida a los poderes del Estado, que pretende terminar con la voladura controlada del edificio constitucional. Sin embargo, también nos dice que existe una fuerza imparable que va a impedir esa voladura: una marea creciente de sociedad civil que no está dispuesta a dejarse suicidar y que ocupará todos aquellos huecos que los poderes del Estado o las organizaciones políticas no sean capaces de cubrir. Nadie puede acabar con una sociedad civil dispuesta a salvarse y a defender el orden constitucional. Y esta sociedad cuenta con un arma indestructible para ayudarse en su tarea: la memoria y la sangre de las más de mil personas asesinadas por defender la democracia y la libertad de todos.

Nada podrá impedir que llegue la hora de la buena gente. Está llegando ya.